La Secretaría de Salud fue la encargada de dar la luz verde, aunque aclaró que sólo sucederá si las plantas en cuestión ya lograron adaptar los protocolos y medidas que permitan garantizar la seguridad de sus trabajadores.
Este cambio se da después de que varios analistas y representantes de asociaciones y organismos allegados a la industria automotriz expresaran su preocupación ya que de no arrancar operaciones a la par de la industria automotriz estadounidense —que comienza a laborar también este 18 de mayo—, podría generar un caos que afecte a ambas industrias de una manera grave.
Muchos componentes y procesos para armar un sólo auto tienen ciclos de producción en los que están involucrados ambos países y si uno de ellos no puede trabajar, el otro se queda paralizado por consecuencia.
Esto derivaría en que las plantas estadounidenses buscarían nuevos socios que a la brevedad puedan surtir de piezas o realizar tareas que la industria mexicana no pudo hacer, dejando a miles de trabajadores sin empleo, pérdidas enormes de inversión y una baja en las exportaciones de México.